domingo, 26 de junio de 2016

Jardín botánico y Parque Natural del Señorío de Bertiz

La Navarra más mágica y desconocida nos aguarda en el Parque Natural del Señorío de Bertiz, donde la espesura del bosque esconde, entre otras maravillas, edificios palaciegos y un  hermoso jardín botánico donde conviven más de 126 especies vegetales, entre autóctonas y exóticas.

Parque Natural del Señorío de Bertiz


A tan solo 49 kilómetros de la ciudad de Pamplona, se encuentra este Parque Natural dominado por un hayedo que cuenta con más de 3000 años de historia. La biodiversidad y humedad favorecen la aparición de diversas regatas y cascadas de aguas claras y cristalinas, que conforman paisajes de tal belleza, que el viajero quedará ampliamente satisfecho con su visita a esta maravilla de la naturaleza, donde dicen que habitan las lamias, seres mágicos que protegían el bosque y el río Bidasoa a su paso por este enclave casi paradisíaco.


Historia del Parque Natural del Señorío de Bertiz


El Señorío de Bertiz ha sido durante la mayor parte de su longeva historia una finca privada que ha pasado por distintos dueños pertenecientes a la nobleza navarra, hasta llegar a D. Pedro Ciga, quién siendo su último morador y gran amante de la naturaleza, deja en herencia la titularidad del paraje al gobierno navarro, con el único mandamiento de que lo cuidara y conservara tal como él lo había dejado. Esto sucede en el año 1949, y en 1984 fue declarado Parque Natural, convirtiéndose en el primer paraje natural de Navarra en ostentar esta calificación.


Parque Natural del Señorío de Bertiz


Con una extensión de 2040 hectáreas situadas en el Pirineo Occidental navarro, a orillas del río Bidasoa, el Parque Natural del Señorío de Bertiz  pertenece al  término municipal de Oieregi, al este del valle de Baztán.

Al atravesar los muros naturales de este paraíso natural, el viajero se encuentra con el jardín botánico, un capricho de la naturaleza de más de 100 años de antigüedad y más de 120 especies botánicas diferentes, algunas llegadas de otros continentes.

Bertiz alberga algunos de los ejemplares de hayas más espectaculares y hermosos  de toda Europa, así como alisos, robles y otras especies arbustivas características del bosque atlántico caducifolio. Un bosque de ensueño, hogar predilecto de una rica diversidad de fauna, en el que el visitante quedará atrapado por la belleza de algunas de sus regatas de agua cristalina, como las de Aiantsoro, Suspiro, Infierno o Arbera.


Parque Natural del Señorío de Bertiz
Parque Natural del Señorío de Bertiz (Autora: Mamen Moneo Ormazabal)


Entre las posibilidades que ofrece este Parque Natural, está la de recorrer un sendero de 11 kilómetros de extensión que atraviesa el parque y finaliza en el palacete de Aizkolegui, construcción modernista de principios del siglo XX, que ubicada en una cumbre a 830 m de altura, permite tener las mejores vistas.

Además de los atractivos naturales y paisajísticos del Parque Natural y Jardín Histórico de Bertiz, este lugar dispone de otros atractivos turísticos como el Palacio de Bertiz, antigua morada de los dueños del Señorío de Bertiz, hoy reconvertido en centro de exposiciones y reuniones; y el Centro de Interpretación, que situado en el caserío Tenientetxea, favorece el conocimiento y comprensión de los valores naturales del Parque.


El Jardín Histórico-Artístico de Bertiz


El Jardín botánico de Bertiz, uno de los mayores atractivos del Parque Natural, cuenta con una antigüedad de más de 100 años. Especies autóctonas junto a especies exóticas crecen en este fascinante jardín vegetal que fue ideado por un jardinero galo en el año 1847, siendo ampliado con posterioridad por D. Pedro Ciga.


Parque Natural del Señorío de Bertiz
Parque Natural del Señorío de Bertiz (Autora: Cristina)


Araucarias de la Tierra de Fuego, secuoyas de California, cedros del Líbano, ginkgos de China, liquidámbares, tejos, hibas, cipreses de los pantanos, camelias, azaleas, hortensias, glicinas, y un sinfín de especies vegetales más aguardan al viajero, que podrá descubrir todas las maravillas de este jardín recorriendo su hermoso entramado de senderos y caminos sinuosos. También podrá encontrar glorietas, estanques, puentes y otras joyas del art nouveau, como el mirador y la capilla que harán al visitante viajar en el tiempo a otra época, la situada entre finales del siglo XIX y principios del XX.


Recorriendo el Señorío de Bertiz


La mejor forma de descubrir un lugar es recorrerlo a pie, y recorrer el Parque Natural del Señorío de Bertiz resultará un placer para los sentidos de cualquier visitante. Algunos de los senderos señalizados que ofrece el parque son:


  • Sendero Erreparatzea: Con una longitud de 1,5 km y por terreno llano, este sendero discurre a orillas del río Bidasoa. En su día este camino fue el acceso principal a Bertiz hasta que se construyó el puente de Oronoz-Mugairi.
  • Sendero Irretarazu: Esta senda, con un recorrido total de 11 km y 200 metros de desnivel, parte de la pista principal del parque a la altura de la Carbonera. El sendero permite observar restos de algunos de los usos tradicionales del bosque: el pastoreo, el carboneo, pequeñas construcciones para almacenar castañas, captaciones de agua, etc.
  • Sendero Aizkolegi-Plazazelai : Con una longitud de 2’5 km y un desnivel de 290 m, este sendero se conoce como "camino de la paja", pues debido a los deficientes accesos al barrio de Orabidea de Baztán, el matrimonio Ciga permitía el paso de los carros de paja hacia los caseríos vecinos.


Las lamias de Bertiz


Las lamias son criaturas mitológicas, que a semejanza de las sirenas, tienen medio cuerpo de mujer y medio de pez. Dicen de ellas que siempre han vivido en el río Bidasoa, aunque es muy difícil verlas.


Parque Natural del Señorío de Bertiz
Parque Natural del Señorío de Bertiz (Autor: Marcos Aguilero Bermejo)


Antiguamente era usual ver a estas hermosas mujeres peinar sus largos cabellos a los pies de alguna de las regatas que conforman el hoy Parque Natural del Señorío de Bertiz. El paso del tiempo nunca  hacía mella en ellas, y su belleza permanecía inalterable, belleza que no resultaba ajena a los lugareños, quienes muchos quedaban perdidamente  enamorados de ellas.

Tal vez en su paseo por Bertiz, pueda el viajero observar al amanecer a alguna de estas preciosas criaturas peinar sus cabellos en el reflejo de las cristalinas aguas. Si este hecho ocurriese, no comente con nadie esta hermosa visión y guarde el secreto en lo más recóndito de su memoria, con el fin de salvaguardar la integridad de estas mágicas criaturas y que otros puedan también verlas algún día.

Olga Fuentes - Derechos Reservados


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