Una propuesta por tierras catalanas donde se encuentran extraordinarios monasterios de estilo cisterciense, bodegas modernistas y villas medievales.
En el siglo XII, monjes procedentes de abadías cistercienses del país galo se asentaron en diversas comarcas catalanas, dando origen a impresionantes conjuntos arquitectónicos. Hoy día estos monasterios se han convertido en un atractivo turístico bajo la denominación de “Ruta del Císter”.
Muntanyes de Prades |
Siguiendo el rastro del arte cisterciense, descubriremos los espectaculares paisajes del Parque Natural de Muntanyes de Prades, fortalezas o poblaciones que aún conservan las huellas de su pasado medieval.
El arte plasmado en las bodegas modernistas de la comarca de la Conca de Barberá, y una surtida oferta de deliciosos vinos y cavas con los que premiar el paladar del visitante, son algunos de los otros atractivos de esta ruta.
Los monasterios cistercienses
La ruta del Císter propone un recorrido por los regios complejos monásticos que los monjes cistercienses erigieron en tierras catalanas. Se trata de los monasterios de Santes Creus y Poblet en la provincia de Tarragona, y el de Vallbona de les Monges, ya en la provincia de Lleida.
Fundados todos ellos alrededor del año 1150, este conjunto de edificaciones destinadas al culto y recogimiento de sus habitantes, fueron creados como filiales de otras abadías cistercienses francesas. Santes Creus fue fundado por monjes de la abadía de la Gran Selva (Languedoc), y Poblet dependía de su homónimo francés en Frontfreda (próximo a Narbona).
Todos los monasterios de la ruta tienen en común un estilo arquitectónico similar, fruto del espíritu y las normas de la Orden del Císter. En su diseño destaca la escasa ornamentación, dando lugar a un aspecto austero. Esta austeridad dio origen a un propio movimiento en la arquitectura, es el arte cisterciense.
Estas abadías cistercienses recibieron la declaración de Monumento Histórico-artístico a inicios del pasado siglo XX, siendo además declarado el Monasterio de Poblet en el año 1991 Patrimonio de la Humanidad.
La vida monástica se extinguió para siempre en Santes Creus tras la desamortización de Mendizábal. No es el caso de Poblet y Vallbona, donde con el tiempo los monjes volvieron a habitarlos. Lo que es indudable, es que estos monasterios siguen teniendo un lugar destacado dentro de la cultura y el desarrollo económico de estas comarcas catalanas.
Sepulturas reales
Las abadías de la ruta del Císter, contaron con la protección y el beneplácito de los soberanos de la corona catalano-aragonesa, hasta el punto de que fueron considerados panteones reales.
En el monasterio de Santes Creus se puede contemplar la sepultura de Pedro III El Grande, cuyos restos se hallan en el interior de una impresionante urna en forma de bañera, realizada en pórfido rojo y a cuyos pies se encuentran labrados dos leones de origen mesopotámico. Su hijo Jaume II el Justo de Aragón y su segunda esposa Blanca de Nápoles, también se hallan sepultados en el interior de esta iglesia.
Violante de Hungría, esposa del rey Jaime I, y la hija de estos, Sancha de Aragón, descansan en la iglesia del monasterio de Vallbona de les Monges.
Pero es el monasterio de Poblet el que más tumbas reales alberga. Los sepulcros en Poblet se localizan en la iglesia, el claustro y el exterior. En este monasterio recibieron sepultura Alfonso el Magnánimo, Martín I el Humano, los infantes de Juan I y los hijos de Pedro IV, entre los que destaca el sarcófago de su hija Juana de Aragón.
Bodegas modernistas
Los campos de las comarcas de la Conca de Barberá, Alt Camp y Urgell, donde se emplazan los monasterios de esta ruta, se tiñen de verde y morado gracias a las extensiones de vid que se encuentran en este territorio. En estas comarcas se producen vinos, cavas y licores de una gran calidad.
Bodega, Conca de Barberá |
En la comarca de la Conca de Barberá, algunas bodegas son regias catedrales del arte gótico, que bien pudieran confundirse con algunos de los espectaculares lugares de culto que se alzan sobre nuestras ciudades. Obra de los arquitectos Pere Domènech y César Martinell, estas construcciones concilian la belleza del arte gótico con la modernidad y la adaptabilidad para uso como edificios, donde se elaboran y se comercializan los licores extraídos de la vid.
Villas medievales
Algunos de los pueblos por los que transcurre este viaje al conocimiento del arte cisterciense, aún conservan las huellas de su pasado medieval. Murallas, fortificaciones, palacios y plazas salen al encuentro del viajero, para permitirle remontarse a tiempos pretéritos.
Montblanc, villa declarada conjunto monumental y artístico que el excursionista puede localizar próxima a los monasterios de Santes Creus y Poblet. También Conesa o Santa Coloma de Queralt, merecen que nuestra visita por estas comarcas se alargue por unos días más.
Recorrer las calles adoquinadas de estas villas, permite descubrir edificaciones y rincones de singular belleza. Y es que la ruta del Císter es una buena propuesta para conocer un poco más como vivían nuestros antepasados, y disfrutar del legado que nos han dejado.
Olga Fuentes - Derechos Reservados
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